Jerez,
situado al sur de la península Ibérica, junto al río Guadalete, forma parte de
la extensa campiña que forma la vega del Guadalquivir.
Sus tierras
son llanas, ricas, óptimas para el cereal, el olivo y el viñedo.
Desde muy
antiguo el vino y el trigo, la ganadería caballar y la de toros bravos, han
sido los ejes de su economía. Hoy día las nuevas plantaciones de tipo
industrial como la remolacha, el girasol y el algodón, así como el incremento
del turismo y la función comercial de la ciudad, abren nuevas vías a la
economía de un término municipal con cerca de 300.000 habitantes.
A partir de
las invasiones de las dinastías norteafricanas se consolida como ciudad.
Entre los
siglos XII y XIII el Jerez hispanomusulmán vivirá una etapa de gran desarrollo.
Jerez será
incorporada definitivamente a la corona de Castilla en 1264 por el rey Alfonso
X el Sabio.
Los años que
transcurren hasta 1340 (batalla del Salado), es un período difícil para la
población cristiana asentada junto a la frontera de los reinos nazarí y
benimerí, lugares de destino de los antiguos jerezanos musulmanes. El rey
Alfonso XI es el que pone fin al hostigamiento norteafricano y provoca el
retroceso fronterizo del reino nazarita de Granada, con lo que amplía el
territorio jerezano por el este y logra la tranquilidad y seguridad en la zona.
Este hecho será decisivo para el futuro desarrollo económico, político, social
y cultural que vivirá Jerez durante el siglo XV.
En esta
centuria, Jerez impulsa su agricultura, su comercio, su ganadería y su
industria vinatera. La ciudad se expande, desborda las murallas y se crean
nuevos barrios extramuros en torno a las ermitas de Santiago y San Miguel.
Durante el
siglo XVIII y en plena administración borbónica, también Jerez experimentará un
desarrollo paralelo a la modernización del país. A partir de su segunda mitad,
el vino de Jerez será introducido en medio mundo y las rutas comerciales
creadas por la potencia mundial, Inglaterra, serán escenarios de las
exportaciones de los vinos de Jerez.
El resto de
su historia es paralela a la del país: guerra civil, depresión económica,
autarquía, desarrollismo de los 60, sistema democrático...
El flamenco, el vino y la feria del caballo
son los pilares más importantes que destacan de Jerez de la Frontera.
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